Aun cuando suma más de 50 años de trayectoria, el cantautor y guitarrista argentino Roque Narvaja (71) nunca se presentó en formato concierto en Chile arriba de un escenario. Sí lo hizo en televisión durante los años 80, invitado al menos dos veces por Don Francisco a la Teletón, y una en el programa “Raquel y César Antonio presentan”, de 1982, donde vestía una camisa roja, una corbata blanca y un pantalón muy ceñido a su tren inferior. Usaba melena al viento y era de color negro azabache.
Cuatro décadas después, y ahora con las nieves del tiempo plateando su sien, el músico originario de Córdoba se encontrará con el público chileno que anhelaba verlo en vivo y en directo por primera vez en el país. Autor de memorables éxitos como “El extraño del pelo largo”, “Yo quería ser mayor”, “Menta y limón” y “Santa Lucía”, entre otros, Narvaja se presentará en Valparaíso y Santiago con la nueva formación de su banda La Joven Guardia: este lunes 15 de agosto la cita es en la Casa de la Cultura de la ciudad puerto (ex La Piedra Feliz) a las 19.00 horas (entradas por www.portaltickets.cl), mientras que el segundo recital será el martes 16 a las 20.00 horas en el Teatro Nescafé de las Artes de Providencia (entradas por www.ticketek.cl).
Pese a su larga ausencia artística -y es solo artística, porque como ciudadano común y corriente ha visitado Iquique, Punta Arenas, Valdivia y otras ciudades del país-, Narvaja cultiva un estrecho vínculo con Chile en numerosas fases de su carrera. Cuenta que tiene muchos amigos chilenos repartidos por el país, admira a Violeta Parra y repara en un detalle que definitivamente lo catapultó a la fama, donde intervino un chileno: su amigo Carlos Narea, destacado productor residente en España. Él le sugirió a Narvaja que su canción “Santa Lucía” fuese grabada por el español Miguel Ríos. Así fue: Ríos incluyó el tema en su disco Rocanrol bumerang en 1980 y lo transformó en un suceso, lo que le abrió puertas a Narvaja durante su exilio en España, destino al que llegó debido a la hostilidad que sufrió en la dictadura trasandina. Solo a comienzos de los 2000, el artista selló su regreso definitivo a Argentina.
“Menos mal que le dije que sí a Carlos (Narea), porque Miguel Ríos convirtió ‘Santa Lucía’ en un éxito en Europa. Yo no habría podido grabar mis canciones después, tuve mucha suerte. Pero incluso ahí, en esa grabación de Miguel, intervinieron otros chilenos más”, adelanta Narvaja, quien solo grabó su versión de “Santa Lucía” un año más tarde en su álbum más aplaudido y vendido: Un amante de cartón (1981), que incorporó varios de los éxitos que lo hicieron popular en Hispanoamérica y otras latitudes. De esa profunda relación con músicas y músicos chilenos durante su diáspora en España, de su sensación ante el Plebiscito por una nueva Constitución en Chile, de amores improbables, de utopías vigentes y pasadas y hasta de fútbol habla en esta entrevista con El Desconcierto.
-Roque, ¿cómo se puede explicar que, con más de 50 años de trayectoria, sea la primera vez que tocas en Chile en formato teatro? ¿A qué se debe tanta espera y por qué nunca se dio sino ahora?
Bueno, lo que se me ocurre es que son cosas de la vida. Pero la explicación directa es que nunca coincidió un mánager con una propuesta dentro de Chile. He tenido éxitos importantes en Sudamérica y en el mundo de habla hispana, y mis canciones han sido populares tanto en mi voz como en otras voces. Cuesta creer entonces que, siendo Chile un país de tanto rock, pop rock y cultura de bandas, tan interesado en la música y la cultura en general, no hayamos podido coincidir. Mis productores de toda la vida han sido chilenos. Es increíble, pero nunca coincidió la persona adecuada con el lugar adecuado.
-¿Cuál es ese vínculo que reconoces con Chile y con artistas chilenos? ¿Puedes ahondar en el nexo que te unía con Carlos Narea, reconocido productor chileno radicado en España?
Últimamente no he conocido la música que se hace ahora, pero el link fundamental de lo que pasaba en Latinoamérica era Violeta Parra. A todos nos enseñó esa forma de canción. Como muchos argentinos la conocimos a través de Joan Manuel Serrat. Había mucha censura en Argentina; siempre teníamos un régimen militar más o menos duro o más o menos blando, y entonces ciertas cosas estaban prohibidas. Todo lo que tenía olor a raro, quedaba fuera. En este caso Violeta con su actitud y guitarra no era bienvenida y, sin embargo, Serrat cantó “Mazúrquica modérnica” y todos descubrimos a Violeta y a la familia Parra. Después vino el golpe militar en Chile y eso nos unió sobre todo con los que tuvimos que dejar nuestra tierra como en mi caso. Ahí en el exilio conocí a Carlos Narea (hijo de Myriam Von Schrebler, integrante del famoso dúo de las hermanas Sonia y Myriam). Myriam fue como una madre para mí, ya que nos acogió a todos los que en el exilio teníamos algo que decir. Su hijo Carlos además produjo Un amante de cartón, mi disco más vendido. Y me pidió cederle “Santa Lucía” a Miguel Ríos. Pero hay algo más. Carlos Narea y otros dos músicos chilenos -Tato Gómez y Mario Argandoña- tocaron con Miguel Ríos en la grabación de “Santa Lucía”. Ellos tres habían conformado un grupo muy famoso en Alemania que se llamaba Santiago. Bueno, cuando grabó Miguel, me uní como guitarrista acústico y como cómplice de un sonido pop rockero que después se prolongó en mis canciones. El vínculo con estos chilenos fue sagrado para mí. Los chicos además tenían una etapa espiritualista-religiosa que fue muy útil para mí: me sacó de un montón de dudas y de pensamientos no muy agradables, porque quienes nos tuvimos que ir exiliados no la pasamos bien en ningún sentido.
-Te quería llevar un poco más atrás, a tu primer gran éxito con La Joven Guardia, tu banda de rock beat que causó revuelo en Argentina desde su aparición: “El extraño del pelo largo”. Tengo la impresión de que en Chile fue más conocida la versión de Los Enanitos Verdes, pero, si lo analizas desde la perspectiva actual, ¿cuál fue el impacto que generó una canción que hablaba de un hombre de pelo largo en la sociedad argentina de aquel tiempo?
Como dices tú, el impacto fue muy grande porque había regímenes militares que tenían una idea de cómo tenía que ser el aspecto del varón: pelo militar, cortado a la altura de la nuca. Los militares querían convertir al país en un cuartel, y muchas veces lo lograron. Eso no parece que sea bueno para nadie en el mundo. Todos los regímenes que han sido totalitarios no han ayudado a la gente. Y una persona con el pelo largo, aparte de un valiente o un loco, era una novedad. Yo cuando la compuse -a partir de unas ideas del bajista de La Joven Guardia, Enrique Masllorens- tenía 17 años e iba en el colegio. Veíamos pasar a alguien con el pelo un poco más largo, así como veíamos a la gente en Europa o Estados Unidos. Pero en Argentina no era muy popular. Recuerdo que los albañiles de las obras les tiraban piedras y cosas. Era una especie de paria en su puesto melenudo y se me ocurrió que era una buena idea para una letra. Aparte nosotros nos estábamos dejando unas patillas y un poco de pelo largo sobre las orejas, porque nos creíamos Lennon y McCartney (ríe).
-Sí, por ahí leí que tú mismo eras el extraño del pelo largo y que ahora eras “el extraño del pelo blanco”.
(Ríe más fuerte) Sí, la autoría de esa frase es mía también: el extraño del pelo blanco (sigue riendo).
Militancia, utopía y nueva Constitución
Una faceta de su carrera que probablemente es muy desconocida en Chile es su repertorio más político. Esta vertiente musical tuvo su clímax en el disco “Octubre” de 1972, en el que aparecen canciones como “Camilo y Ernesto”, dedicada a los líderes de la Revolución Cubana Camilo Cienfuegos y Ernesto “Che” Guevara, y “Balada para Luis”, en homenaje a Luis Pujals, militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y detenido desaparecido en 1971. A la sazón Narvaja militaba en la juventud de trabajadores peronistas. Tras otros discos editados, fue censurado por la junta militar que se tomó el poder en 1976 y forzado a salir del país.
-Cuando te marchas al exilio a España, empiezas a escribir otro tipo de canciones. ¿Sientes que hay algo actualmente en ti de ese pasado revolucionario o ligado a la militancia? Te leía por ahí decir que “queríamos cambiar el mundo, pero el mundo nos terminó cambiando a nosotros”. ¿Existe un espacio hoy en ti para la utopía, para el idealismo, con más de medio siglo de carrera?
Existe y es más fuerte que nunca. El objeto de esa utopía lo he derivado de lo colectivo a lo personal. Un mundo mejor se hace con gente mejor, y ser mejor persona es un esfuerzo personal. Es muy fácil decir que yo soy un canalla porque el sistema me obliga o porque el imperialismo yanqui tiró una bomba. Eso es muy poco para un argumento de vida. Es lógico que cuando uno es joven sienta y piense de una manera, y que cuando ya no se es tan joven, se piense de otra. Si no, no estaría acusando recibo de la vida. A mí el mundo me cambió la vida en el objeto y la importancia de que tiene que ser una persona diferente en un mundo que es un milagro, de lo cual la mayoría no se da cuenta porque está ocupada matándose. Ahora, la justicia tiene que reinar en cualquier sistema civilizado. En el mundo desarrollado hay países que han puesto el foco en la educación y no hay grandes injusticias. Eso se logra a lo largo del tiempo con dirigentes que piensan en la gente y no en sí mismos. Tenemos en Argentina unos dirigentes que son ladrones confesos. De todos modos, no podemos perder las esperanzas; probablemente nos vamos a tardar, a no ser que la gente pierda la paciencia. Pero sí se puede llegar a ese mundo mejor con que soñábamos en los setenta, pero de una manera mucho más civilizada, menos cruenta y más abarcadora.
-Me da la impresión que las temáticas políticas siguen, de algún modo, vigentes en tu obra. En tu último disco Mar de la tranquilidad (2021) figura la canción “Vos me hablás de paz”, donde tocas el tema de la paz y de la justicia. Te quería preguntar si en ese sentido estabas al tanto de lo que estábamos viviendo en Chile a nivel político- social, ad portas de un Plebiscito que podría borrar la Constitución de Pinochet.
Sí. Es algo absolutamente beneficioso. Era obvio que tenía que pasar. Tiene que haber una Constitución de la gente, no impuesta por quienes en el pasado quisieron salvarse a sí mismos y a sus amigos; y que además justificaban aplicar un sistema económico que no ha sido justo, porque si fuera justo, no habría pobres. Es lógico que estas cosas sucedan y las veo con mucho placer. Lo que no quita, sin embargo, que todavía hay mucho que hacer en cuanto a lo personal. Y en el caso de mi último disco, me refiero a eso en un lenguaje muy argentino: “Vos me hablás de paz, yo te hablo de justicia”. Porque la única manera de conseguir la paz es a través de la justicia. Nunca habrá paz donde haya una injusticia. “La justicia es lo primero, la paz es lo que espero”, dice la canción.
Dos hits y una historia de fútbol
-Quiero volver una vez más a “Santa Lucía” y aclarar qué hay detrás de la historia de la canción. Sabemos que se inspiró en dos personas que se hablaban por cartas y no se atrevían a conocerse. Pero se han tejido un montón de mitos.
La historia es de dos personas que se han enamorado por una carta, pero que no se conocen o que tienen miedo de conocerse. Pero también es una metáfora: se puede aplicar a una pareja normal que vive junta y que no se conoce, y que tiene miedo de conocerse. A lo mejor ellos también son dos ciegos que se manejan por convenciones o máscaras, y no se atreven a dar ese paso de abrirse.
-Y sobre “Yo quería ser mayor”, muy popular en Chile, ¿sientes que todavía habita en ti ese “niño enamorado” descrito en la canción?
Esa es, en realidad, una canción de protesta contra la edad, respecto de la seriedad que debe tener un adulto, frente a la sensibilidad de un niño. La primera carta de San Pablo a los Corintios dice que el amor todo lo perdona, todo lo puede, y que cuando niño él hacía cosas de niño, pero cuando se hizo hombre, dejó las cosas de niño a un lado. A mí me entusiasma esa carta y siempre hay derivaciones. “Yo quería ser mayor” nació al lado de una iluminación; en definitiva, eso es crecer, pero es importante mantener el corazón de un niño para el amor. Yo hago todo lo que puedo. A veces me enfado con los árbitros de fútbol, pero sigo adelante (ríe).
Y ya que hablas de fútbol, te quería preguntar justamente sobre ese particular. Hay canciones tuyas que las cantan las barras de fútbol. Es un poco hablar de folclore, de trascender lo que son los discos, de que la gente se la apropie. No todos los artistas pueden decir que tienen canciones que se corean en un estadio, aunque le cambien la letra. ¿Qué te genera eso a ti?
Te lo voy a contestar con una anécdota. Yo vivía en Madrid y estábamos de visita en Buenos Aires. Fuimos a la cancha de Boca, mi equipo, con mi hijo mayor Lautaro. Y de repente escuchamos a La 12 (la hinchada de Boca Juniors) entonar mi canción “Ni una palabra” en versión futbolera. Con mi hijo lagrimeamos y nos abrazamos. Era muy fuerte estar ahí; también estábamos con un amigo fanático de Boca. Es muy fuerte porque escuchamos una sola voz tronadora que canta una canción que escribiste tú. La melodía de “La reina de la canción” también se escucha en las canchas.
El single del último disco: un amor improbable
-¿Con qué nos vamos a encontrar en este primer concierto tuyo en Chile? Sabemos que reciclaste La Joven Guardia con nuevos integrantes. ¿Se escucharán tus éxitos y también canciones de tu último disco Mar de la tranquilidad?
Cuando tienes una carrera larga y un tiempo acotado sobre el escenario, siempre hay un problema entre las canciones que la gente quiere escuchar y las nuevas que uno quiere cantar. El equilibrio es muy delicado porque nunca sabes cuál sacar de la lista. Por suerte mis canciones son conocidas por la gente. Pero queremos insertar las nuevas porque nos hacen visibles hoy. En la parte del medio del recital te podría decir que estaré más abierto a los pedidos, pero cada lugar y concierto es diferente. Por otro lado, sobre La Joven Guardia, ésta se formó en 2019 cuando se cumplieron los 50 años de “El extraño del pelo largo”. Por cierto, no es la original, sino que esta nueva Joven Guardia nació para homenajear a la otra Joven Guardia.
-Actualmente haces videoclips, sigues creando. A tus 71 años sigues vigente y supongo que los conciertos de lunes y martes no estarás hablando desde la nostalgia. Imagino que el concierto no es desde ese lugar.
Claro. Yo huyo de los conciertos que son discursos, como cuando diserta un químico o un físico. Me aburro mucho. Yo trato de que mis conciertos sean divertidos, descontracturados, porque se trata de ir a pasarlo bien. Soy de lo más anti-seriedad.
-Por último, Roque, no puedo dejar de preguntarte por el single “Una foto de papel” del disco Mar de la tranquilidad. Es la canción que tiene un videoclip de gran factura y hay detrás una historia fabulosa de amor.
Sí, te cuento. En 2003 estaba terminando de actuar en Rosario y estaba firmando discos mientras nos echaban del teatro y apagaban las luces. Había como 16 personas y en eso se me acerca una chica que me dice “te conozco desde hace muchos años”, y me pone delante unas cinco o seis fotos a lo largo de los años donde estoy con ella. Era una fan. Me quedé helado. Bueno, luego la invité a cenar. Era una señora muy bella, empezamos a salir, le dije que nos casáramos y por suerte me dijo que sí. Y sí: sigue siendo mi esposa.
Publicada el 13 de agosto de 2022 en El Desconcierto.
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