Como he contado otras veces, mi familia se ganó la lotería en 1990. Recibimos dos millones y medio de pesos, caleta de plata para la época, y mi papá no tuvo mejor idea que planificar un viaje al sur. Yo tenía 9 tiernos años y partimos -papá, mamá, hermano chico y yo- en tren hasta Puerto Montt. A esa altura, si la memoria no me falla, ya conocíamos la música de Orlando Guatón Navarro. Mi papá solía poner los casetes del Guatón -del sello Star Sound- en el añoso equipo Pioneer que teníamos en el living, y las rancheras, cuecas chilotas y valsecitos sureños del puertomontino Navarro eran la banda sonora de nuestros almuerzos de domingo. Yo era muy chico y me llamaban harto la atención las canciones. Hablaban del trabajo duro del pescador, de la cultura de mar, de la comida, de los personajes típicos del sur. Nunca supe si los temas eran originales, de otros autores o recopilaciones; creo que había una mixtura. Navarro, que además tenía don vozarrón, cantaba al menos dos donde mencionaba al pintor Pacheco Altamirano. Siempre eran acompañadas por acordeón, y muchas tenían un tono festivo, o sea, eran canciones para bailar. Geográficamente no hablaban tanto de Chiloé como de Puerto Montt. Gracias al Guatón Navarro supe, por ejemplo, que a Puerto Montt antes la llamaban Melipulli, ya que el tema decía «Melipulli, Melipulli, oh, querido Puerto Montt, hoy día eres capital de la Décima Región». Había otro tema, el favorito de la familia. No recuerdo el título real, pero para nosotros siempre se llamó «Puerto Montt», y decía que «Puerto Montt es ciudad muy hermosa, en perla preciosa a la orilla del mar… Es su isla de Tenglo un paraje…». Bueno, cuando ya estábamos en el sur, gracias a la lotería, nos enteramos de que nuestro admirado Guatón tocaría en un restorán de Castro, en Chiloé. Recuerdo que el local quedaba o en la plaza misma de Castro o muy cerca de ahí. También recuerdo que el Guatón tocó su repertorio tradicional, y en un momento mi papá y mi mamá se acercaron a él para pedirle que por favor cantara la canción favorita de la familia, que coreábamos de memoria: «Puerto Montt». Años después, seguíamos recordando a carcajada limpia que aquella noche en Castro el Guatón, en vez de tocar el tema que habían pedido mis papás, se confundió, o entendió como las huifas, y terminó cantando la clásica Puerto Montt de Los Iracundos que empieza con «sentado frente al mar, mil besos yo le di». Mucho, muchísimo tiempo más tarde, le perdimos la pista. Creo que nunca grabó un CD; que se quedó en los casetes. Cuando yo, ya más grande, iba a Puerto Montt, poco se sabía de él en su ciudad. Nunca pillé un mp3 pirateado, ni una grabación nueva ni una tocata. Nadie sabía del sello Star Sound. Una vez escuché, ya ni sé cómo, que estaba enfermo. También oí que había muerto. Por eso cuando Manuel Vilches P. me wasapeó en la tarde, quedé pa dentro. Me copió un posteo en Facebook de un folclorista chilote que informó, ahora sí con certeza, que el gran Guatón Navarro falleció hoy. No sé nada más. Solo que el recuerdo que arropó mi infancia, y que contribuyó a mi imaginario sureño, punzó fuerte durante todo este día.
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